EL MELLIZO. Nombre artístico de Antonio Enrique Jiménez Fernández, de origen familiar. Cádiz, 1848-1906. Cantaor. Padre de Antonio El Mellizo, El Morcilla y Carlota. Alternó su dedicación al cante con su oficio de matarife y sus intervenciones como puntillero en las plazas de toros, especialmente a las órdenes del matador Manuel Hermosilla, su amigo íntimo, y con anterioridad actuó como banderillero en las cuadrillas de El Lavi y El Marinero. Fue el descubridor de don Antonio Chacón, al escucharle en una fiesta celebrada en Jerez de la Frontera, en 1886, con motivo del triunfo de Hermosilla en una corrida, recomendándole para cantar con él en la famosa Velada de los Ángeles de Cádiz. Chacón que nunca olvidaría su gentileza, organizó, en 1894, un festival en el Teatro Eslava gaditano, para recaudar fondos con destino a librar del servicio militar a un hijo de El Mellizo, quien con tal ocasión cantó la siguiente siguiriya: Mira la vergüenza / que me has hecho pasar / de andar pidiendo limosna de puerta en puerta / por tu libertad. Siguiriya que al decir de Aurelio de Cádiz a José Blas Vega, la recreó en una de Triana.
Considerado uno de los cantaores más creadores de su tiempo, especialmente por su personalísima y original malagueña, también se le atribuye la creación del cante por tientos, sobre la base de los cantes de El Marruro. En realidad fue un intérprete muy completo, cuya trayectoria artística se desarrolló principalmente en las reuniones y fiestas íntimas, aunque esporádicamente actuó en los cafés cantantes gaditanos La Jardinera, El Perejil y La Filipina. El retrato que de él se conoce, lo divulgó Augusto Butler, a quien se lo cedió el cantaor jerezano Juan Jambre. Ha sido Fernando Quiñones, el flamencólogo que más ampliamente se ha ocupado de la vida y el cante de El Mellizo, por lo que transcribimos seguidamente algunos de sus párrafos sobre el genial cantaor de Cádiz: «Su rareza es tamaña hasta en el plano de la estimación, ya que, aparte de no verse discutido ayer ni escatimado hoy por nadie, desde que empezó a cantar y pese a mostrarse a veces desigual o irregular de racha, y a no tratarse de un lucido profesional viajero, sino de un confinado trabajador del matadero gaditano, El Mellizo disfrutó en vida de un prestigio general entre toda la afición y los artistas de la Andalucía y la España de su tiempo. Su fama se extendió, en una época sin discos y sin medios de difusión, allí donde se cantase o se hablase de flamenco, sin disentimiento ni discusiones: tal vez porque tampoco pueden discutirse las manifestaciones y los fenómenos naturales; hay que aceptar el trueno, la primavera, o el golpe de mar, y algo de sordo trueno huraño, de primavera delicada y de empuje de ola marina hubo, y perdura, en el estilo y los estilos de Enrique El Mellizo, algo violento y tierno, claro y misterioso a un tiempo, distinto y grande, cuya casi imposible combinación hizo posible su genio...
Dueño de un físico insignificante, más bien ingrato, según puede apreciarse en su foto de extraño sombrero y corbata, tristón y romántico por naturaleza, de un atributo y otro deberían nutrirse las aguas vivas de su arte. Es bien conocida, por ejemplo, la historia de su frustración en ciertos enconados amores, frustración que dio origen a la fantástica malagueña doble, en la que los musicólogos han indagado incluso raros prefacios religiosos, arreglados a lo flamenco por el talento del Mellizo durante solitarios, desalentados y amargos vagabundeos por tabernas y templos de su ciudad natal...
Débense al Mellizo, aparte de una clara influencia sobre muchas de las figuras que le siguieron y de una indiscernible colección de expresivas letras, la creación de los tientos y de la ya aludida malagueña doble, una de alegrías sobre tema de jota - con transformaciones totalmente nuevas- y la de, al menos, tres imborrables estilos de soleares y dos de siguiriya...».
Otro flamencólogo que se ha ocupado de El Mellizo y sus cantes ha sido Ricardo Molina: Los buenos cantaores, cuando hablan ex cátedra de Enrique Jiménez conocido por el mote de Enrique El Mellizo, dicen casi indefectiblemente que era un gran músico. Esto, en lenguaje artístico flamenco, se traduce por cantaor dotado de inventiva y de capacidad de adaptación. Sin embargo, definir a Enrique El Mellizo por su virtud musical no es suficiente... - Enrique El Mellizo respondió con más genialidad que nadie (y con más originalidad también) al tipo de cantaor enciclopedista o general. Pero con el mérito de dominar cada cante en particular con la profundidad de un especialista y la personalidad inconfundible de un creador. Siguiriyas, soleares, malagueñas y tangos fueron sus cantes predilectos y en todos ellos dejó la impronta de su genio». En 1970, la Semana Cultural Gaditana Alcances le dedicó un homenaje, consistente en el descubrimiento de una lápida en la casa donde vivió y una sesión de cante en la Escuela Náutica, con la participación de José Menese, acompañado a la guitarra por El Niño de los Rizos, y la presencia de Aurelio de Cádiz y Pericón de Cádiz. Una peña con su nombre se fundó en Cádiz, en 1972.
El Niño de la Albarizuela
Datos extraídos del Diccionario Flamenco
de José Blas Vega y Manuel Ríos Ruiz
Cinterco - 1985.
Considerado uno de los cantaores más creadores de su tiempo, especialmente por su personalísima y original malagueña, también se le atribuye la creación del cante por tientos, sobre la base de los cantes de El Marruro. En realidad fue un intérprete muy completo, cuya trayectoria artística se desarrolló principalmente en las reuniones y fiestas íntimas, aunque esporádicamente actuó en los cafés cantantes gaditanos La Jardinera, El Perejil y La Filipina. El retrato que de él se conoce, lo divulgó Augusto Butler, a quien se lo cedió el cantaor jerezano Juan Jambre. Ha sido Fernando Quiñones, el flamencólogo que más ampliamente se ha ocupado de la vida y el cante de El Mellizo, por lo que transcribimos seguidamente algunos de sus párrafos sobre el genial cantaor de Cádiz: «Su rareza es tamaña hasta en el plano de la estimación, ya que, aparte de no verse discutido ayer ni escatimado hoy por nadie, desde que empezó a cantar y pese a mostrarse a veces desigual o irregular de racha, y a no tratarse de un lucido profesional viajero, sino de un confinado trabajador del matadero gaditano, El Mellizo disfrutó en vida de un prestigio general entre toda la afición y los artistas de la Andalucía y la España de su tiempo. Su fama se extendió, en una época sin discos y sin medios de difusión, allí donde se cantase o se hablase de flamenco, sin disentimiento ni discusiones: tal vez porque tampoco pueden discutirse las manifestaciones y los fenómenos naturales; hay que aceptar el trueno, la primavera, o el golpe de mar, y algo de sordo trueno huraño, de primavera delicada y de empuje de ola marina hubo, y perdura, en el estilo y los estilos de Enrique El Mellizo, algo violento y tierno, claro y misterioso a un tiempo, distinto y grande, cuya casi imposible combinación hizo posible su genio...
Dueño de un físico insignificante, más bien ingrato, según puede apreciarse en su foto de extraño sombrero y corbata, tristón y romántico por naturaleza, de un atributo y otro deberían nutrirse las aguas vivas de su arte. Es bien conocida, por ejemplo, la historia de su frustración en ciertos enconados amores, frustración que dio origen a la fantástica malagueña doble, en la que los musicólogos han indagado incluso raros prefacios religiosos, arreglados a lo flamenco por el talento del Mellizo durante solitarios, desalentados y amargos vagabundeos por tabernas y templos de su ciudad natal...
Débense al Mellizo, aparte de una clara influencia sobre muchas de las figuras que le siguieron y de una indiscernible colección de expresivas letras, la creación de los tientos y de la ya aludida malagueña doble, una de alegrías sobre tema de jota - con transformaciones totalmente nuevas- y la de, al menos, tres imborrables estilos de soleares y dos de siguiriya...».
Otro flamencólogo que se ha ocupado de El Mellizo y sus cantes ha sido Ricardo Molina: Los buenos cantaores, cuando hablan ex cátedra de Enrique Jiménez conocido por el mote de Enrique El Mellizo, dicen casi indefectiblemente que era un gran músico. Esto, en lenguaje artístico flamenco, se traduce por cantaor dotado de inventiva y de capacidad de adaptación. Sin embargo, definir a Enrique El Mellizo por su virtud musical no es suficiente... - Enrique El Mellizo respondió con más genialidad que nadie (y con más originalidad también) al tipo de cantaor enciclopedista o general. Pero con el mérito de dominar cada cante en particular con la profundidad de un especialista y la personalidad inconfundible de un creador. Siguiriyas, soleares, malagueñas y tangos fueron sus cantes predilectos y en todos ellos dejó la impronta de su genio». En 1970, la Semana Cultural Gaditana Alcances le dedicó un homenaje, consistente en el descubrimiento de una lápida en la casa donde vivió y una sesión de cante en la Escuela Náutica, con la participación de José Menese, acompañado a la guitarra por El Niño de los Rizos, y la presencia de Aurelio de Cádiz y Pericón de Cádiz. Una peña con su nombre se fundó en Cádiz, en 1972.
El Niño de la Albarizuela
Datos extraídos del Diccionario Flamenco
de José Blas Vega y Manuel Ríos Ruiz
Cinterco - 1985.
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