Artículo escrito por Don OLE-GARIO, en el semanario barcelonés La Fiesta Brava del 12/1/1932
No sabe uno lo que aprecia las cosas,hasta que se ve privado de ellas. Así nos
pasa a los aficionados a los toros que hasta que llega el invierno y con él el obligado intervalo taurino no nos damos perfecta cuenta de lo arraigado de nuestra afición por el castizo espectáculo.
Por esto, en esta tarde invernal, encerrados en la tertulia del café, añoramos las
radiantes tardes de toros en que unos arlequines de seda y oro juegan con la muerte ante el entusiasmo o denuesto de esta multitud voluble y apasionada de que se compone el público de toros, que si bien a veces parece cruel, en su fondo no puede ser mejor y a poco que se le dé en afán de complacerle devuelve cien por, uno y eleva a la categoría de Ídolo a quien sabe despertar sus entusiasmos con el desprecio de su vida.
Lástima que hoy la casi totalidad de los componentes de la fiesta la hayan mercantilizado al extremo que lo está, pues debido .1 las exigencias de los unos y los otros la gran masa del público se ha sentido defraudado, y aunque acuda a las plazas no lo hace con aquel entusiasmo, con que lo hacia en otros tiempos no muy lejanos en que se hablaba y discutía de toros en el tranvía, en el café, en la barbería... En fin,cuando era el verdadero espectáculo del pueblo español que lo vivía y sentía.
Algo debe influir también en ello la falta que nos hace una pareja de toreros cumbres,pues muerto Joselito y apartado de toda actividad Belmonte, desaparecieron con ellos los dos últimos mandones del toreo, los únicos que podían imponerse, porque bastaba que sus nombres figurasen en una feria para darle realce a ésta, siendo secundarios los nombres de los demás diestros que integraran el cartel.
Después de éstas y aparte de la bella promesa, truncada por la parca que fue el infortunado Granero, ¿cuál es el diestro que pueda presumir de animar por si solo una feria? ¿cuál es el que tiene la suficiente personalidad para atraerse la popularidad y simpatía que tenían las figuras antes mencionadas?
Recuerdo que cuando era niño los aficionados esperaban con impaciencia el cartel anunciador de la corrida, que se iba a los toros con afición; hoy en cambio, vemos que hasta los verdaderos aficionados van a la plaza por rutina, como irían a otro espectáculo cualquiera, al fútbol por ejemplo, dejando de ser la ida a la plaza el cuadro bello y lleno de colorido que era antaño.
Deseemos pues, para bien de la fiesta, que surja pronto una pareja de toreros que lo sean de nombre y de hechos, que sientan y sepafi anteponer el afán del lucro, el amor a la fiesta, que no tengan tanta administración, pero que salgan siempre dispuestos a darlo todo por afición y nuestra fiesta volverá a ser la verdadera fiesta de España, la que hoy añoramos los verdaderos aficionados, que a pesar de los desenga ños que sufrimos, le somos fieles y que hoy, al vernos privados temporalmente de ella, esperamos con impaciencia la inauguración del nuevo ciclo taurino, con la esperanza de ver realizados nuestros deseos de grandeza para la fiesta sin par.
Don OLE-GARIO, en La Fiesta Brava,12/1/1932
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