¡¡V I V A  E S P A Ñ A  Y  S U  F I E S T A  N A C I O N A L !!
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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Rafael "El Gallo" y su teoría sobre la "espantá" / Por José María Sotomayor



Rafael "El Gallo" y su teoría sobre la "espantá"

Fuente:http://deltoroalinfinito.blogspot.com/
"Las banderillas son las banderillas; el pase natural, el pase natural; el volapié, el volapié, y la espantá, la espantá", decía Rafael "El Gallo". Son palabras que recordaba hace unos años José María Sotomayor en una conferencia pronunciada en la Peña Taurina Los Areneros. Y el genial torero añadía: " Es que yo la espantá la he dado, como todo lo que hecho en el toreo, porque me ha salido del corazón y... por falta de piernas".

* * *

Esta pasaje de la conferencia de José María Sotomayor, que está admirablemente construida y aporta ese otro tipo de datos que son menos usuales en la literatura taurina, dice así:

---Las banderillas son las banderillas; el pase natural, el pase natural; el volapié, el volapié, y la espantá, la espantá.

--Según eso, la espantá ¿es una suerte del toreo?

--¡Ahí le ha dado!

--Y que ha practicado usted de un modo casi exclusivo, a pesar de los imitadores.

-- Es que yo la espantá la he dado, como todo lo que hecho en el toreo, porque me ha salido del corazón y... por falta de piernas.

-- Bueno, bueno...Cuando se dice falta de piernas, se entiende flojas condiciones físicas en el torero. Yo no he sido nunca un atleta. Por eso, cuando veía que no podía dominar al toro, daba la ““espantá””. Yo he sido siempre un hombre lógico.

--¡Rafael!

-- De lo más lógico. Vea usted: estaba delante del toro y veía que me iba a coger, porque usted ya sabe que cuando los toros van a coger, avisan.

--¡No! No lo sabía.

-- Sí. Avisan. Pregunte usted a otros toreros y verá como le dicen lo mismo. Hay un presentimiento, una sensación, lo que le he dicho: un aviso. Y ahora, dígame usted, si sabe que el toro le va a coger, ¿se va a quedar delante de él?

--¡De ninguna manera!

-- Por supuesto que no. Sería del género idiota. Y ahí tiene usted explicado el porqué de la “espantá”.

--A medias. ¿En qué notaba usted que lo iba a enganchar?

-- Eso lo ve sólo el que está con el toro. La gente de los tendidos no se lo explica, pero sus motivos hay. Desde arriba parece que el toro se está quieto; pero a medio metro de él, o a dos metros, según los casos, se oye su respiración, se observa su mirada, se ven sus gestos, y por todo esto y otros muchos detalles, se deducen sus intenciones.

-- Resumiendo... Cuando no se puede con el toro, hay que dar la ““espantá””. Y eso es lo que hacía yo. En cuanto notaba que el toro me iba a dominar, salía por pies. Los toros, no lo dude el amigo, hacen cosas extrañas que el público no puede ver. La espantá no es miedo. Es defenderse del toro. El que tiene miedo lo tiene en todos los toros, y cuando sale de casa ya va a la plaza asustado, y cuando sale a los medios ya ni ve.

--Sin embargo, si el torero se queda quieto, es posible...

----Posible, no. Seguro. Le coge. Y, sabiendo esto, no se va a quedar uno a merced de la fiera. No es miedo, no. Si el toro era bueno y entraba, yo no tenía que dar la “espantá”. Es algo... psicológico. La prueba de que no es miedo es que con toros de esos, como los de Miura, después de haber dado la “espantá”, he vuelto a ellos y he estado superior. Y cerca. Porque yo he sido de los que se han puesto más cerca de los pitones, y por ahí hay miles de aficionados que no me dejarían mentir. Dejémoslo así.

Fuente: Revista de la Peña Taurina de los Areneros,
en su número de junio de 2009´


























































































domingo, 18 de diciembre de 2011

Camaron de la Isla, Aficionado Práctico




El monstruo del cante flamenco fue gran aficionado a los toros y solía ir a tentaderos con el también cantaor de Chiclana, Alonso Núñez "Rancapino".

Ambos frecuentaron ganaderías de la Ruta del Toro cuando eran jóvenes acompañando a Curro Romero o a Rafael de Paula.

Con Curro, Paula o Manzanares (padre) nacería la denominada corrida flamenca en el Festival Tagore de Badajoz, idea del genial Diego Bardón.

Esta foto inspiró a José Tomás, quien se atrevió a dedicarle un artículo en la Revista 6 Toros 6, quien remató su columna con estas palabras: "Bendito seas, Camarón".

martes, 13 de diciembre de 2011

Cogida y muerte de Punteret en Montevideo


El estadio taurino denominado ” La Unión “, el más grande con que contó la capital (Montevideo) se inició en el año 1852. Arquitectónicamente presentaba una planta de forma circular, de unos cien metros de diámetro, con una serie de gradas concéntricas con capacidad para unos 12.000 espectadores. El recinto ocupaba una superficie total de 6.082 metros, el diámetro externo de la plaza era de 100 metros y el coso estaba adornado con 36 bóvedas. Esta plaza duró en pie hasta 1923, fecha en la que fue demolida, después de haber sufrido dos incendios en los años 1869 y 1871.La ultima corrida fue celebrada el 2 de Marzo de 1890 a beneficio del Hospital Asilo Español.

La muerte de un ilustre torero
Punteret (Joaquín Sanz Almenar) nació en Játiva, provincia de Valencia. Torea ahí, a los 24 años de edad, y deja ver cualidades fijas y prometedoras. Es hasta el 19 de diciembre de 1880, cuando se realiza su presentación en Madrid, como banderillero, y el año siguiente, 9 de enero, vuelve a la capital de España como matador de novillos, o segunda espada, en unión de Juan Pastor. A fines de 1885-86 hizo campaña en Montevideo, donde había corridas de importancia y con las figuras del momento. El día era el 26 de febrero de 1888, en la plaza de la Unión de la capital uruguaya y se suscitó el percance trágico a este obcecado diestro quien, en un arranque de pundonor (amor propio) y obcecamiento, trató de banderillear sentado al toro “Cocinero” en una silla. Su arrojo le costó la vida fuera de la patria. su actitud tan descabellada se consideró como un suicidio.


jueves, 8 de diciembre de 2011

Enrique el Mellizo, cantaor y banderillero




EL MELLIZO. Nombre artístico de Antonio Enrique Jiménez Fernández, de origen familiar. Cádiz, 1848-1906. Cantaor. Padre de Antonio El Mellizo, El Morcilla y Carlota. Alternó su dedicación al cante con su oficio de matarife y sus intervenciones como puntillero en las plazas de toros, especialmente a las órdenes del matador Manuel Hermosilla, su amigo íntimo, y con anterioridad actuó como banderillero en las cuadrillas de El Lavi y El Marinero. Fue el descubridor de don Antonio Chacón, al escucharle en una fiesta celebrada en Jerez de la Frontera, en 1886, con motivo del triunfo de Hermosilla en una corrida, recomendándole para cantar con él en la famosa Velada de los Ángeles de Cádiz. Chacón que nunca olvidaría su gentileza, organizó, en 1894, un festival en el Teatro Eslava gaditano, para recaudar fondos con destino a librar del servicio militar a un hijo de El Mellizo, quien con tal ocasión cantó la siguiente siguiriya: Mira la vergüenza / que me has hecho pasar / de andar pidiendo limosna de puerta en puerta / por tu libertad. Siguiriya que al decir de Aurelio de Cádiz a José Blas Vega, la recreó en una de Triana.

Considerado uno de los cantaores más creadores de su tiempo, especialmente por su personalísima y original malagueña, también se le atribuye la creación del cante por tientos, sobre la base de los cantes de El Marruro. En realidad fue un intérprete muy completo, cuya trayectoria artística se desarrolló principalmente en las reuniones y fiestas íntimas, aunque esporádicamente actuó en los cafés cantantes gaditanos La Jardinera, El Perejil y La Filipina. El retrato que de él se conoce, lo divulgó Augusto Butler, a quien se lo cedió el cantaor jerezano Juan Jambre. Ha sido Fernando Quiñones, el flamencólogo que más ampliamente se ha ocupado de la vida y el cante de El Mellizo, por lo que transcribimos seguidamente algunos de sus párrafos sobre el genial cantaor de Cádiz: «Su rareza es tamaña hasta en el plano de la estimación, ya que, aparte de no verse discutido ayer ni escatimado hoy por nadie, desde que empezó a cantar y pese a mostrarse a veces desigual o irregular de racha, y a no tratarse de un lucido profesional viajero, sino de un confinado trabajador del matadero gaditano, El Mellizo disfrutó en vida de un prestigio general entre toda la afición y los artistas de la Andalucía y la España de su tiempo. Su fama se extendió, en una época sin discos y sin medios de difusión, allí donde se cantase o se hablase de flamenco, sin disentimiento ni discusiones: tal vez porque tampoco pueden discutirse las manifestaciones y los fenómenos naturales; hay que aceptar el trueno, la primavera, o el golpe de mar, y algo de sordo trueno huraño, de primavera delicada y de empuje de ola marina hubo, y perdura, en el estilo y los estilos de Enrique El Mellizo, algo violento y tierno, claro y misterioso a un tiempo, distinto y grande, cuya casi imposible combinación hizo posible su genio...

Dueño de un físico insignificante, más bien ingrato, según puede apreciarse en su foto de extraño sombrero y corbata, tristón y romántico por naturaleza, de un atributo y otro deberían nutrirse las aguas vivas de su arte. Es bien conocida, por ejemplo, la historia de su frustración en ciertos enconados amores, frustración que dio origen a la fantástica malagueña doble, en la que los musicólogos han indagado incluso raros prefacios religiosos, arreglados a lo flamenco por el talento del Mellizo durante solitarios, desalentados y amargos vagabundeos por tabernas y templos de su ciudad natal...



Débense al Mellizo, aparte de una clara influencia sobre muchas de las figuras que le siguieron y de una indiscernible colección de expresivas letras, la creación de los tientos y de la ya aludida malagueña doble, una de alegrías sobre tema de jota - con transformaciones totalmente nuevas- y la de, al menos, tres imborrables estilos de soleares y dos de siguiriya...».

Otro flamencólogo que se ha ocupado de El Mellizo y sus cantes ha sido Ricardo Molina: Los buenos cantaores, cuando hablan ex cátedra de Enrique Jiménez conocido por el mote de Enrique El Mellizo, dicen casi indefectiblemente que era un gran músico. Esto, en lenguaje artístico flamenco, se traduce por cantaor dotado de inventiva y de capacidad de adaptación. Sin embargo, definir a Enrique El Mellizo por su virtud musical no es suficiente... - Enrique El Mellizo respondió con más genialidad que nadie (y con más originalidad también) al tipo de cantaor enciclopedista o general. Pero con el mérito de dominar cada cante en particular con la profundidad de un especialista y la personalidad inconfundible de un creador. Siguiriyas, soleares, malagueñas y tangos fueron sus cantes predilectos y en todos ellos dejó la impronta de su genio». En 1970, la Semana Cultural Gaditana Alcances le dedicó un homenaje, consistente en el descubrimiento de una lápida en la casa donde vivió y una sesión de cante en la Escuela Náutica, con la participación de José Menese, acompañado a la guitarra por El Niño de los Rizos, y la presencia de Aurelio de Cádiz y Pericón de Cádiz. Una peña con su nombre se fundó en Cádiz, en 1972.


El Niño de la Albarizuela
Datos extraídos del Diccionario Flamenco
de José Blas Vega y Manuel Ríos Ruiz
Cinterco - 1985.

lunes, 5 de diciembre de 2011

EL PRIMER RABO SE CORTA EN MADRID EN 1918

 

http://deltoroalinfinito.blogspot.com/


 
Fue a un novillo, pujante y noble ejemplar de “Pablo Romero”, admirablemente lidiado y muerto por el entonces novillero, se llamaba “Vallehermoso”El crítico “Zig-Zag”, colaborador habitual de La Lidia, escribe una permenorizada crítica detallando lo ocurrido en este festejo histórico, dando importancia por igual a toro y a torero.
La primera vez que en la Plaza de Madrid se concedió un rabo de un toro fue el 11 de agosto de 1918.
Hasta entonces el entendido público de aquella inolvidable plaza de la carretera de Aragón –a la que no asistían tantas mujeres ni turistas como a la de ahora—se había limitado a solicitar una oreja como premio a una faena extraordinaria, y dos en caso muy excepcional. La vuelta a ruedo, o la simple salida al tercio constituían ya un alto honor para el torero que lo lograba.
Eran otros tiempos, otra Plaza, otra afición, otra crítica. Existía más seriedad en la organización y el desarrollo de las corridas, y los toros y los toreros respondían a tales nombres. ¡Había que ver lo que costaba triunfar en la Plaza de Madrid!
Pero vamos al caso. El domingo 11 de agosto de 1918 se celebró la novillada anunciada con cinco reses de don Felipe de Pablo Romero y una de don Matías Sánchez Cobaleda., que sustituía a otra de don Felipe, inutilizada en el desenjaule. Figuraban como matadores José Roger “Valencia”, que días antes había cortado la oerja de un novillo de Salas; Manuel Soler “Vaquerito”, y Eugenio Veltoldrá.
Salió en primer lugar el novillo de Sánchez Cobaleda, un bicho manso y remolón al que liquidó “Valencia” de muy buenas maneras, siendo este obligado a dar la vuelta al ruedo, apareciendo después, uno tras otro, cinco hermosos ejemplares de Pablo Romero, bravos y poderosos, nobles suaves, con arrobas y de fina estampa.
La pelea de todos ellos en la suerte de varas por demás sugestiva y emocionante. Voluntarios y alegres se arrancaron a los montados, empujando con codicia y despazurrando un crecido número de caballos. Por sus muchas carnes llegaron algo aplomados a la muleta, excepto el cuarto, un magnífico toro de veintisiete o veintiocho arrobas, de nombre Vallehermoso, de pelaje retinto oscuro y marcado con el número 33, que resultó bravo, poderoso y enormemente noble desde la salida de los chiqueros hasta que rodó a los pies de “Valencia”.
Un toro de bandera, al que, entre clamorosa ovación, se le paseó por el anillo, mientras el espada exhibía, además de las orejas, el peludo rabo del admirable animal, primera concesión de este género en la Plaza de Madrid. ¿Cómo se relató el inusitado hecho?
Véase lo que al siguiente día del acontecimiento publicó el semanario gráfico La Lidia bajo la firma de “Zig-Zag”, con el título “El más completo y nunca visto triunfo de un matador de novillos”:
Ayer “Valencia” se encaramó por las nubes y se puso cara a cara con el Sol llmándole de tú. ¡Dos orejas y el rabo! ¿Hay alguien que haya conseguido tanto?
Solo “Joselito” y Belmonte registran en su historia fechas memorables en las que lograron cortar dos y hasta tres apéndices auriculares en una corrida celebrada en Madrid. Pero ¿ y el rabo?
Ayer fue la primera vez que en Madrid pareció poca concesión las dos orejas de un toro, y a ellas hubo de agregarse el rabo del mismo para premiar la labor de un torero.”
Continuaba el cronista describiendo la bravura del toro y el brillantísimo trabajo de “Valencia” en verónicas, quites, y banderillas, terminando con los siguientes párrafos:
¿Quieren ustedes algo más? Pues aún hay más. Figúrense que Pepito, armado de todas las armas, muleta en la izquierda y espada en la diestra, llega hasta la misma cara del bruto, le cita y hay una serie de pases de tal calidad que creíamos que era poco lo que había hecho; pero los hubo por alto, por bajo, ayudados, molinetes y una colección de pases cambiando la muleta por la espalda con enorme elegancia. Cada pase necesitaría dos días para detallarse. Ovaciones, olés, delirio general, y el paroxismo el ver que el hombre “Valencia”, perfilándose en corto, tumbándose materialmente sobre el toro y saliendo limpiamente de la suerte, había colocado todo el estoque hasta la guarnición en el mismo hoyo de las agujas. Vaciló el toro un instante y cayó con las cuatro patas por alto. La gente harta de olear y cansada de aplaudir, agitaba los pañuelos en demanda de la oreja. El presidente –señor Rocha—accede a ello y el público sigue pidiendo. Vuelve el Usía a la concesión de otro apéndice y sigue el pueblo soberano pidiendo más premio para el torero que, al fin, logra la lacia y sucia cola del cornudo”.
Por lo tanto, José Roger “Valencia fue el primer torero que en la antigua plaza de Madrid consiguió llevarse en el esportón el rabo de un toro.
Fue a un novillo, pujante y noble ejemplar de “Pablo Romero”, admirablemente lidiado y muerto por el entonces novillero, se llamaba “Vallehermoso”


Fuente: El Cartel Taurino, la Sociedad y los Toros.- Madrid 2008.-Pág. 414.Autor: Ángel Sonseca

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Fallece Diego Puerta, un torero como pocos

http://deltoroalinfinito.blogspot.com/

FOTOGRAFIA AUTOGRAFIADA DEL TORERO DIEGO PUERTA. MARTIN. MADRID. (Otros Coleccionismos - Tauromaquia)

Fallece Diego Puerta, un torero como pocos

30 Noviembre 11 - Sevilla - Paco Delgado- La Razón.es
Termina noviembre, el mes del luto, con una noticia no por esperada menos triste: Diego Puerta ha muerto. En la madrugada del día 30 fallecía en Sevilla, a los 71 años de edad y tras un fallo multiorgánico, el que fuera matador de toros y ganadero Diego Puerta, que arrastraba desde hacía varios años una grave enfermedad.
Diego Puerta Dianez nació en Sevilla el 28 de mayo de 1941, debutando en Aracena el 16 de septiembre de 1955. Se presentó en la Real Maestranza de Sevilla en 1957 y en Las Ventas lo hizo en 1958. En ese mismo año, el 29 de septiembre, tomó la alternativa en Sevilla, teniendo como padrino a Luis Miguel Dominguín y a Gregorio Sánchez como testigo y toros de Arellano. Alternativa que confirmó el 20 de mayo de 1960, siendo su padrino Manolo González y Chamaco el testigo. Entre 1960 y 1974, año en que se retiró, mató más de 3.000 toros.
Es, sin duda, uno de los grandes símbolos del toreo de los años sesenta del pasado siglo, una época dorada de la tauromaquia, con un par de docenas de diestros extraordinarios y un toro todavía encastado, repetidor y sin los kilos que enmascaran la falta de raza. Y entre tanto nombre de relumbrón, una terna quedó para el recuerdo y en la memoria colectiva: Puerta, Camino y El Viti. Por algo sería. Y hablamos de los tiempos de El Cordobés, Mondeño, El Pireo, Palomo, Curro Romero, Antonio Bienvenida, Gregorio Sánchez, Antoñete, Ordóñez, Chamaco...
La trayectoria torera de Diego Puerta está plagada de hechos insólitos y actuaciones heróicas. La historia de sus 1.148 paseíllos vestido de luces constituye la historia de una verdadera epopeya, narrada con mano maestra por Antonio Díaz Cañabate. Una de esas tantas tardes que por sí solas bastarían para entronizarle en el olimpo torero fue la del 30 de abril de 1960, anunciado con su primera corrida de Miura en Sevilla. Cómo sería aquella actuación en el quinto de la tarde, que cuando, desvanecido, llegó a la Enfermería el equipo médico de la Maestranza le recibió con una ovación cerrada. No se recuerda caso así.
"Hace tres horas - escribió Cañabete en ABC - que terminó esta corrida de otros tiempos. Aún estoy vibrando de una emoción que si desconocida por la mayoría de los espectadores que la sintieron en la plaza, para mí era un reverdecer de la que sentí en mi juventud. Cuando había toros de seiscientos kilos fieros y poderosos y toreros valientes como Diego Puerta, que no se impresionaban ante el poderío y la fiereza".
Representante y estandarte de la torería sevillana -su ciudad puso su nombre a una de sus calles-, a lo largo de su carrera, en la que se consolidó como una de las principales figuras de su tiempo, dejando el sello de torero tan artista como valiente -se le llamó Diego Valor- sufrió más de 50 cornadas, cuatro de ellas graves: el 21 de abril de 1963 en Barcelona; en 1972, una en Jerez de la Frontera y otra en Zaragoza y la última en 1974, también en Zaragoza, tres días antes de cortarse la coleta.
Tras su retirada se dedicó a la ganadería que había formado al poco de tomar la alternativa y durante varios años fue también empresario de la plaza de toros de Castellón.
Sirva su recuerdo de acicate y estímulo para las nuevas generaciones toreras y de bálsamo y gozo para quienes durante mucho tiempo disfrutaron de su arte, coraje, profesionalidad y valor. Fue, sin duda, un torero como pocos.
Diego con el toro "Escobero" de Miura / Sevilla 1970
A Diego Puerta le llevaron las dos orejas del miura la enfermería...

Juan Belmonte, al natural

sábado, 26 de noviembre de 2011

EL MITO DE CURRO ROMERO / Por Ignacio de Cossío

El mito de Curro Romero/ Ignacio de Cossio
 

Conferencia pronunciada por el escritor, periodista y crítico taurino Ignacio de Cossío con motivo de los Cursos de Verano de la Universidad de Almería, celebrado en la Plaza de Toros de Roquetas del Mar, junto al historiador y cronista José Luis Suarez Guanes y al taurino y mozo de espadas del gran Faraón, Gonzalo Sánchez "Gonzalito".

¡Señoras y señores! Buenas tardes y gracias a todos por acompañarme un día tan especial. En primer lugar quisiera felicitar al Ayuntamiento de Roquetas de Mar en su Área de Educación y Cultura, a la Universidad de Almería y a la empresa de la Plaza de toros de Roquetas de Mar, especialmente en la figura del diestro Víctor Zabala de la Serna, por concederme la posibilidad de encontrarme aquí en la ciudad de Roquetas del Mar y ante los universitarios almerienses para hablarles del maestro Curro Romero.
Curro Romero, es el último torero de leyenda, de personalidad arrolladora, mitificado hasta la misma linde de la mitología taurina. Su toreo tan lleno de garbo, señorío y empaque ha sido imposible de explicarse del todo, resulta difícil catalogarlo, encasillarlo por su forma de interpretarse, no es sevillano, no es agitanado sino más bien rondeño pero no totalmente, era personalísimo, inconfundible, irrepetible como la esencia de Romero, Curro Romero sin más.
Llegó al toreo por el camino de la necesidad, que no es otro que el que alimenta el espíritu de los valientes. Nace, en el seno de una familia humilde y obrera que pastorea ganado tras la guerra civil en el Cortijo de Gambogaz propiedad del General Gonzalo Queipo de Llano, y allí mismo guardando vacas, ovejas y cochinos escucha los primeros olés de su vida, arrastrados por el viento, que desde la Maestranza le llegaban con el río.
A los catorce años de edad cuando siente la necesidad de escapar de ese mundo que le rodea, se adentra en el planeta de los toros, un territorio que no le era menos familiar por otra parte pues su padre era un buen aficionado e incluso tenía un tío paterno que llegó a torear de becerrista en la plaza de toros de Sevilla.
Con el apoyo de los suyos y el paso de unos años comienzan los tentaderos que le permitirán debutar de luces con éxito en la Pañoleta el 25 de Julio de 1954; y dos meses más tarde hacer lo propio con caballos, concretamente el 8 de septiembre en la ciudad de Utrera, actuando con Juan Gálvez, Paco Corpas y Ruperto de los Reyes, recogiendo un sonoro triunfo.
Su carrera se toma un descanso a la vuelta de su actuación en Barcelona el 1 de enero del siguiente año para incorporarse al servicio militar en la Maestranza de Artillería de Sevilla sito a escasos cien metros del Coso de Baratillo. Una vez licenciado y con la recomendación de su apoderado Antonio Chaves, nieto de “Camero” – el que fuera picador con Joselito, y con la intermediación de Diodoro Canorea-, logra debutar en Sevilla, el 26 de mayo de 1957, sustituyendo al herido Juan García “Mondeño”.
La tarde de su presentación en Sevilla y especialmente la faena realizada al sexto novillo de la tarde de nombre “Radiador” de Benítez Cubero, causó un impacto mayúsculo entre los aficionados que pronto comienzan a comparar su personalísimo empaque y majestad con el mismísimo Reverte o Antonio Fuentes.
En su primera etapa surge el Romero más puro, el más clásico, el más belmontino, fiel a la mejor tradición de los toreros de los años treinta.
Si Paula fue el sueño del Pasmo, Curro es su sonrisa, la alegría, el disfrute del arte. Toreo cien por cien natural, aunque, sin el dramatismo ni el barroquismo gitano, se convirtió de repente en la sombra del toreo flamenco en pro de esa cruzada que se dió en llamar por y para el arte.
Recordemos los versos del poeta valenciano Rafael Duyos:
¿No hay guitarra que te cante?
¿No hay soleá que te nombre?
¿No hay son de palmas que diga
Lo lento de tu capote…?E
n aquellas fechas puede decirse que nació a la vez el movimiento más leal que ha existido alrededor de la figura de un torero, cuasi una religión, más conocido como el “currismo”. De Sevilla se extendió a todo el país formando legiones enteras de aficionados que le siguieron, lo esperaron y se deleitaron con su buen toreo desde entones hasta hace casi nueve años en donde decidió retirarse definitivamente tras un festival toreado en La Algaba, contando con sesenta y seis años de edad; y cuarenta y dos años de profesión a sus espaldas.
El paso de Curro Romero en la historia de la tauromaquia ha sido trascendental pese a demostrar una irregularidad considerable en su trayectoria profesional. Las tardes gloriosas se intercalan con las más decepcionantes, descubriéndonos hitos y cifras que nos hacen romper cualquier otra estadística conocida, lo de Curro era imprevisible, tenía que estar muy seguro que el toro tenía condiciones ya que para su forma de interpretar el toreo requería de un toro bravo que siempre obedeciera hasta el último tercio y eso según el maestro apenas salía muy de tarde en tarde.
A lo largo de su extensa carrera se puede afirmar que el estilismo y la personalidad arrolladora de Curro Romero, unido a un gran oficio y una buena técnica a su servicio para abreviar con el toro que no le convenciera y finiquitar al complicado, le convirtió en un erudito taurino, con él cada fracaso le daba tanto caché como a los demás los éxitos, convirtiéndose aún durante sus tardes negras en todo un héroe popular.
En el recuerdo de aquellos años se conservan faenas memorables como la de su debut en la plaza lisboeta de Campo Pequeño, en donde se entretuvo en dar cuatro vueltas al ruedo mientras que los capitalistas al finalizar el festejo se lo llevaron a hombros hasta el hotel situado a cinco kilómetros de la plaza. Tan solo Manolo dos Santos en su despedida y Curro Romero en su debut novilleril han logrado salir a hombros por la plaza portuguesa.
Curro deja tras de sí toda una manifestación de partidarios y detractores, que se afianzan con el tiempo, heredándose de padres a hijos. Su toreo no deja a nadie indiferente, genial en todo y por todo, hermanado con el Divino Calvo, Rafael El Gallo en aquello de hacer de la improvisación inspirada por los sentimientos toda una religión. Nunca se sabía que iban a hacer, ni el cómo ni el porqué. Capaces de todo y de nada. De armar un alboroto o formar la marimorena. De triunfo increíble o de fracaso impensable. De dos orejas y rabo o toro al corral.
Siempre distintos y únicos de un día para otro.La alternativa no se hace esperar y la toma sin pena ni gloria el 18 de marzo de 1959 en Valencia contando como padrino Gregorio Sánchez y testigo Jaime Ostos, el toro tocado en suerte del Conde de la Corte se llamó “Vito”.
Otra actuación En el Domingo de Resurrección en Málaga le preparan para su vuelta a la Feria de Abril en Sevilla. Esta sería la primera de sus cuarenta ferias abrileñas interrumpidas en las que tomó parte el camero.La tarde de 26 de mayo de aquel año frente al novillo “Gallego” de Peralta, realiza una de sus mejores faenas. Las fotos de la efeméride delatan un toreo de cante grande, de mucha entrega, de compás abierto, de pierna adelantada, de manos muy bajas, arrastrando el capote a lo Curro Puya.Antonio Díaz-Cañabate notario de excepción del triunfo de Curro con el de Contreras afirmó tras su actuación maestrante:“Ya ví a Curro Romero. Sevilla es la tierra del duende. El duende es lo misterioso del arte flamenco. Curro Romero vino a la Feria y el duende lo acompañó escondido en el capote embrujado, en la muleta. Y no fue Curro Romero. Fue el duende el que toreó ¿Quién si no es capaz de ensoñar unas verónicas como las que vimos al duende que cosquilleaba a Curro Romero y que se abrieron en el tercer toro...como rosas? ¡Pues vaya por las rosas!, que se metieron en el aire transformadas en prodigiosos lances por la magia del duende inspirador (…) Y en el sexto…era al anochecer. El sol, en cielo aún, pero no en la Maestranza. Luz de crepúsculo incipiente. Luz desmayada de Sevilla en abril. Y el duende brincando en la muleta de Curro Romero. “Vamos pa el toro, que esta muy güeno”. Y el duende, quietecito en la muleta dijo por lo bajines: ¡Allá va el misterio! ¡Allá va el arte! Los tres pases por bajo, asombrosos, se quedaron como tres esculturas de manos griegas. (…) Y a la salida me tropecé a Curro, calle Adriano adelante en alto de la multitud, mientras el duende se quedó en el ruedo, dormido sobre tres pases asombrosos, almohada de la gracia.
Gregorio Corrochano no se queda corto tampoco y remata faena el mismo día:“Curro Romero bordó el toreo, según dijo una linda mujer de mi vecindad; pintó el toreo, dijo un hombre; esculpió el toreo, opino yo.
Porque es verdad que tenía primor de bordado; es verdad que tenía colorido de paleta de pintura; pero también es verdad que la pintura tenía relieve, y eso ya es escultura. Tenía son de armonía y composición; por eso cuando sonó la música en la faena yo no sabía si tocaba la banda de la plaza o salía el pasodoble de la muleta de Curro Romero; de aquellos primeros pases tan precisos, tan limpios, tan medidos, que parecía que el toro empujaba la muleta con su aire, sin lograr alcanzarla con las astas…”Sevilla no dejaría de disfrutar con su arte en otras tardes apoteósicas como: la del sobrero de Clemente Tassara en el año 60 en donde la afición afirmaba que se marchaba un torerazo llamado Manolo González y que llegaba él con aire fresco; la tarde en solitario con los seis toros de Urquijo del 66 en donde le otorgarían ocho orejas, único espada hasta el momento que logrado obtener tantos trofeos en la Maestranza; otra faena a otro toro de Urquijo en el 67; la tarde del 68 frente a distintas ganaderías; la del 80 frente a un toro de Carlos Núñez; o la del toro de Martín Berrocal en el año 72 en donde cortó 3 orejas y se negó a salir a hombros. Cinco que bien pudieron ser seis Puertas del Príncipe atesora nuestro Curro de su paso por la Maestranza.
Curro es una realidad que nos afecta desde muy pronto a todos, recordemos a D. José María de Cossío en sus últimas palabras rescatadas de su Disertación final de los toros en su último tomo del Tratado Técnico e Histórico de Los Toros publicado en 1961, al terminar pronosticando una realidad muy próxima:“Hay un diestro de Camas, Curro Romero, apunta, y ya más que apunta, todo el embrujo el toreo sevillano, con un son menos jubiloso y un aire más grave, pero no menos depurado y atractivo. (…) Curro Romero pertenece a esa especie de toreros artistas que produce Andalucía, puede decirse que por la gracia de Dios.
La calidad de su toreo es extraordinaria y, aún en tardes menos afortunadas, perceptible por los verdaderos aficionados. No busca el éxito en excentricidades ni nuevas suertes, sino la personalidad que presta a los eternos lances de la lidia" .Curro Romero en aquel entonces contaba con tan sólo veintiocho años de edad y dos de alternativa.Por aquellos primeros años sesenta le cogen mucho los toros y le hieren de suma gravedad. Era una quimera, se decía torear con aquella pureza a cualquier toro.
En la segunda etapa, Curro sufre, una auténtica trasformación estética, comienza la reencarnación de Cagancho basado en un toreo más suave, más frágil y menos grave. El arte de Romero nace en las yemas de los dedos nadie mece la verónica con tanta suavidad, con tanta dulzura un lance se convierte en una pura caricia. Los pies asentados en la arena, el pecho fuera, siempre vestido como un príncipe y luego como ligaba uno y otro lance de punta a punta de la plaza. Desde una trinchera a un cambio de manos todo en él parecía realizado sin esfuerzo aparente. La hondura de la primera época se transformó en empaque, cadencia y arte.
El poeta montañés Gerardo Diego nos desvela el secreto de su verónica caló:
Lenta, olorosa, redonda,
La flor de la maravilla
Se abre cada vez más honda
Y se encierra en su semilla.
Cómo huele a abril y a mayo
ese barrido desmayo,
esa plaza de desgana,
ese gozo, esa tristeza,
esa rítmica pereza,
campana del sur, campana.
La confirmación en la capital se confecciona con un cartel netamente sevillano: Pepe Luis Vázquez, Manolo Vázquez y Curro Romero con toros de Eusebia Galache, se celebra el 19 de mayo de 1959 y se suspende durante la lidia del tercer toro, tras una lluvia persistente.
No hay opción de ver a Romero pero la empresa repite cartel el 20 de septiembre del mismo año y Curro lo borda con un sobrero de Aleas de nombre “Regatero”.
Cañabate nos relata con entusiasmo la faena al día siguiente en el Diario ABC:
“Los espectadores abrieron los ojos nada más ver los dos ayudados por alto iniciales de la faena de Curro Romero. Espatarrado, cimbreante el cuerpo, cargando la suerte con majeza y empaque. Y de aquí para adelante. Una faena de toreo puro. Una faena llena de hermosura, la sin igual hermosura del toreo clásico realizado y realzado con la arrogancia, la finura, y el temple de un muchacho con gran planta de torero. Naturales con la derecha. El solo adorno de dos molinetes. ¡Pero qué molinetes! Lentos, lentísimos, suaves rítmicos, armoniosos. Se despertó Curro Romero y tan luminoso fue su despertar que el crepúsculo vespertino parecía un amanecer. El amanecer del toreo puro, casi siempre nublado por las nubes de lo monótono, de lo vulgar. Mató de una estocada, le concedieron una oreja y salió a hombros”.
En Madrid con esta primera salida a hombros adquiere un cartel inmejorable, siempre con máxima expectación, en donde se le ha esperado y querido mucho. Allí sumaría siete de las ocho Puertas Grandes que pudieron ser pues también se negó a salir a hombros otra tarde en Las Ventas.
Desglosemos sus apoteósicas salidas venteñas: la del 59 con el mencionado de Aleas; la de la faena al arellano del 62; la tarde en la corrida de la Prensa con los alipios en el 63; la tercera salida a hombros en el año 65, dos más en el 66 con toros de Antonio Pérez de San Fernando y la del 67 con el famoso “Marismeño de Benítez Cubero junto a Camino y Puerta.
Curiosamente el día antes de la faena al citado “Marismeño” en el mismo escenario se dejó un toro vivo de “Cortijoliva” que resultó muy manso en el primer tercio y que por discrepancias presidenciales acabó el diestro sevillano detenido y conducido al calabozo.
Más tarde en el año 73 es cuando se niega a salir a hombros tras una gran faena de dos orejas a otro toro de Benítez Cubero, inexplicablemente.
Otra de sus gloriosas faenas y posiblemente la mejor de todas, según el cronista Vicente Zabala Portolés, se produjo en el Corpus de Granada el 23 de Junio de 1973, como así nos la relata con verdadera pasión el genial cronista madrileño desde el coso de Los Cármenes:“Las manecillas se habían detenido para ver torear. Y los gitanos del Albaicín rompieron a cantar por lo grande, y los de la Peña Platería lloraban como niños, y los jardines morunos se deshacían en fragancias, y los gorriones inmovilizaban el vuelo justo sobre la plaza de toros, y las gargantas enronquecían perdiendo la noción de los olés, y se sentían las sonantas, y Rafael llamaba a Chicuelo invitándole a que se asomara a los palcos del cielo…”Para Curro Romero el torear es un ejercicio del espíritu, es parte de su vida, es la fuente de su inspiración diaria en donde solo hay majestad y armonía, allí parece detenerse el tiempo, ya no se trata de torear despacio sino de perder la noción de la realidad y trasportarnos con él a imágenes del pasado. Curro frente al espejo de su cuarto de camas cuando toreaba de salón con el capote de su tío; Curro en la soledad silbante del artista entre los pinares de Aznalcázar a primera hora de la mañana, en el color de sus trajes en donde el verde se extiende como un arco iris desde el verde botella, mar, manzana, pistacho, lago hasta su talismán aceituna, transformado en música celestial cada pase con sus únicos instrumentos: el capote y la espada, haciéndonos a todos más presente ese aroma y esa esencia de romero.
Decía Vargas Llosa que nunca había visto hacer el amor a tanta gente y al mismo tiempo que cuando toreaba el Curro Romero en la Maestranza. Algo de seducción hay en su toreo embriagador, mágico y silencioso.
El escritor peruano nos recordó que el toreo es un espectáculo que se desdobla: el del torero y el del amor compartido y exhibido sin vergüenza, el del espada cuyas acciones y desplantes se ven enriquecidos por la calidez del sentimiento que, como un efluvio, mana de los tendidos hacia el albero, incitando al diestro a triunfar, a doblegar a su adversario, y el del artista que, potenciado por el mimo y el halago, por la fe y el cariño que suscita, se empeña y multiplica.
Curro Romero nunca se traicionó a él mismo y a su personal toreo, siempre supo esperar y nunca se quedó a medias cuando el toro lo merecía; en definitiva que no pensó a lo largo de sus muchos años en activo en otra cosa que en los toros. Su afición desmedida posiblemente fue el secreto de su notable éxito y fama. Él nos enseño la fuerza del toreo con su diminuto capotito y muleta, especialmente a la diestra en un mundo en que además y todavía continúan todos corriendo sin pararse.
En su tercera y última etapa valía el precio de la entrada por sólo verle hacer el paseíllo con aquella elegancia heredada de Lagartijo, que hasta en las tardes más aciagas nadie como él tenía aquella dignidad torera hasta abandonando la plaza llena de almohadillas.
En el recuerdo de aquella época tres tardes felices, la faena de los naturales en San Sebastián en el año 73; una grabada a fuego a cámara lenta en la retina de muchos aficionados dibujando cuatro derechazos eternos ligados en redondo vestido de canela y azabache al toro “Caraderosa”, de Garzón en las Ventas junto a Antoñete, celebrada el 7 de junio de 1985, en aquella ocasión tras el triunfo de Antoñete todos salieron hablando de Curro, como lo haría….; y otra la faena llena de empaque en el año anterior al toro “Flautino” de Gabriel Rojas en Sevilla, un lunes de farolillos con sabor a resurrección romerista y otra gran faena.Todos en mayor o en menor medida nos identificamos con él, nos hizo sentir compañero en la derrota y triunfadores junto a él ante el éxito.
Puede decirse que fue una parte de nosotros mismos, a Curro hay que quererle, no hay mas remedio. Los anticurristas han sido los más fieles y los que más le han amado y es que, como me contó en alguna ocasión una gitana en Triana, es una chispa lo que hace ser distinto a los demás.
El ser más grande, el revelarse contra lo rutinario. Curro Romero lo ha sido no solamente en la plaza sino en la calle, como así lo hemos podido comprobar quienes hemos tenido la gran suerte de haberlo conocido de cerca, ya no podemos verlo de otra manera, el representa nuestro último mito del toreo, la última leyenda viva. Muchos años de gloria para el único faraón vivo del toreo.
Fuente: Blog Ignacio de Cossío / http://deltoroalinfinito.blogspot.com

jueves, 24 de noviembre de 2011

FRANCO CON LOS TOREROS Y POR LA FIESTA NACIONAL

http://deltoroalinfinito.blogspot.com/


-El Jefe del Estado con Doña Carmen
Palco de Honor de la Plaza de Las Ventas de Madrid -

Los toreros cumplimentan a Su Excelencia en el antepalco de Las Ventas
Álvaro Domecq,Manolete, El Andaluz, Ángel Luis Bienvenida, El Estudiante
Con el Generalísimo,
Ángel Peralta, Manolo Vázquez, Rafael Ortega, Antoñete


Francisco Franco recibe el saludo efusivo de Antonio Bienvenida
El Caudillo entre Gregorio Sánchez y Curro Girón
Franco rodeado por Alvarito Domecq, Gabriel de la Casa, Paquirri, y Raúl Aranda
Sus Altezas los Príncipes Juan Carlos y Sofía acompañan a Su Excelencia el Jefe del Estado.
Manuel Benítez "El Cordobés" y Sebastián Palomo "Linares"
Ruiz Miguel, El Niño e la Capea, y Roberto Dominguez
Francisco Franco y Esposa
Litri, Atº Binvenida, Julio Aparicio, y D. Ortega
Festival en El Pardo
Alvaito Domecq, Litri, El Cordobés, F. Bohórquez, y El Pipo

lunes, 21 de noviembre de 2011

Juan Barjola: Tauromaquia

Juan Barjola,1990. Óleo sobre lienzo. 200 x 150 cm. Colección particular. Madrid. España.



Juan Barjola,Torre de Miguel Sesmero, 1919
Hijo de campesinos, estudió en la escuela de Artes y Oficios de Madrid, y aprendió copiando a maestros como Goya, Brueghel o El Bosco en el Museo del Prado.

En una primera etapa, su estilo mezcla un cubismo naturalizado, siendo la figura humana el centro de su discurso pictórico. Tras su viaje a París y Bélgica, donde descubre a Ensor, Matisse y Rouault, dotará a su obra de un mayor expresionismo.

Cuando llegan los años sesenta, aborda un realismo social, en el que la violencia y el miedo se alzan como categorías, traduciéndose esta inquietud, en una representación del espacio como prolongación existencial de las figuras, como si el espacio naciera de ellas.

Profesor de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en 1988 se inauguró el Museo Barjola en Gijón.


jueves, 17 de noviembre de 2011

Añoranza de la Fiesta


Artículo escrito por Don OLE-GARIO, en el semanario barcelonés La Fiesta Brava del 12/1/1932


No sabe uno lo que aprecia las cosas,hasta que se ve privado de ellas. Así nos
pasa a los aficionados a los toros que hasta que llega el invierno y con él el obligado intervalo taurino no nos damos perfecta cuenta de lo arraigado de nuestra afición por el castizo espectáculo.
Por esto, en esta tarde invernal, encerrados en la tertulia del café, añoramos las
radiantes tardes de toros en que unos arlequines de seda y oro juegan con la muerte ante el entusiasmo o denuesto de esta multitud voluble y apasionada de que se compone el público de toros, que si bien a veces parece cruel, en su fondo no puede ser mejor y a poco que se le dé en afán de complacerle devuelve cien por, uno y eleva a la categoría de Ídolo a quien sabe despertar sus entusiasmos con el desprecio de su vida.
Lástima que hoy la casi totalidad de los componentes de la fiesta la hayan mercantilizado al extremo que lo está, pues debido .1 las exigencias de los unos y los otros la gran masa del público se ha sentido defraudado, y aunque acuda a las plazas no lo hace con aquel entusiasmo, con que lo hacia en otros tiempos no muy lejanos en que se hablaba y discutía de toros en el tranvía, en el café, en la barbería... En fin,cuando era el verdadero espectáculo del pueblo español que lo vivía y sentía.
Algo debe influir también en ello la falta que nos hace una pareja de toreros cumbres,pues muerto Joselito y apartado de toda actividad Belmonte, desaparecieron con ellos los dos últimos mandones del toreo, los únicos que podían imponerse, porque bastaba que sus nombres figurasen en una feria para darle realce a ésta, siendo secundarios los nombres de los demás diestros que integraran el cartel.
Después de éstas y aparte de la bella promesa, truncada por la parca que fue el infortunado Granero, ¿cuál es el diestro que pueda presumir de animar por si solo una feria? ¿cuál es el que tiene la suficiente personalidad para atraerse la popularidad y simpatía que tenían las figuras antes mencionadas?
Recuerdo que cuando era niño los aficionados esperaban con impaciencia el cartel anunciador de la corrida, que se iba a los toros con afición; hoy en cambio, vemos que hasta los verdaderos aficionados van a la plaza por rutina, como irían a otro espectáculo cualquiera, al fútbol por ejemplo, dejando de ser la ida a la plaza el cuadro bello y lleno de colorido que era antaño.
Deseemos pues, para bien de la fiesta, que surja pronto una pareja de toreros que lo sean de nombre y de hechos, que sientan y sepafi anteponer el afán del lucro, el amor a la fiesta, que no tengan tanta administración, pero que salgan siempre dispuestos a darlo todo por afición y nuestra fiesta volverá a ser la verdadera fiesta de España, la que hoy añoramos los verdaderos aficionados, que a pesar de los desenga ños que sufrimos, le somos fieles y que hoy, al vernos privados temporalmente de ella, esperamos con impaciencia la inauguración del nuevo ciclo taurino, con la esperanza de ver realizados nuestros deseos de grandeza para la fiesta sin par.

Don OLE-GARIO, en La Fiesta Brava,12/1/1932

domingo, 13 de noviembre de 2011

Lagartijo y el monosabio



Refieren que un mono sabio,
con pertinaz insistencia,
molestaba á Lagartijo
para que le permitiera
torear; pero el maestro
juzgándolo una imprudencia,
daba siempre al pobre chico
la callada por respuesta,
privándole de ganarse
un puñado de pesetas. 1
El atrevido muchacho
no desistió de su empresa;
pues si el maestro era terco,]
el chico, que era muy pelma,
vio á un amigo del Califa,
que le escucha y le aconseja
que persista en su proposito
y que en la ocasión primera
suplique al célebre diestro
que á su pretensión acceda,
y que será cosa fácil
conseguir lo que desea,
si se lo pide, invocando
la memoria de su abuela;
porque la amó tanto en vida
que á nadie un favor le niega
si al pedirlo, lo pidiere
por la gloria de la muerta.
Más alegre que unas Pascuas
salió el muchacho de aquella
visita; vio á Lagartijo,
y le habló de esta manera:
"Zeñó Rafaé, le suplico
que tenga benevolencia;
sáqueme usté á torear
una tarde tan siquiera;
mire usié que se lo pido
por la gloria de su abuela.„
Vertió una lágrima el diestro,
según los amigos cuentan,
y contestó al pretendiente:
"mañana mismo toreas,
y... hasta matarás un toro,
ti el toro no te revienta...
Llega el momento terrible;
coje el chico la muleta
y el estoque, va hacia el toro
y... ¡duro y á la cabeza!
fué cogido por el bicho,
y lanzado con tal fuerza
que, lo mismo que un gimnasta
dio por el aire tres vueltas,
cayendo como una rana
del circo sobre la arena.
Descompuesto y aturdido
se levanta con presteza,
coje los trastos del suelo,
se dirige hacia la fiera,
y, al perfilarse temblando,
volvió al punto la cabeza
para decir al maestro
con voz perceptible apenas:
"Adiós, zeñó Rafaé;
¿quiere usté argo pa su abuela?,,
E. LASO Y BAÑARES


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