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sábado, 28 de abril de 2012

Gregorio CORROCHANO:Teoría de la muleta




Teoría de la muleta

"...el toreo no es toreo en tanto no se le relacione con el toro..."


Gregorio CORROCHANO
Abc, 10 de julio de 1954

El toreo de muleta no es una sucesión de pases sin ninguna relación entre sí. Una faena no se compone de pases sueltos, más o menos numerosos y más o menos artísticos. Esto no tendría ninguna eficacia, y el toreo no es toreo en tanto no se le relacione con el toro. El toro es el que da la medida de la faena: clase y número de pases, distancia a que debe colocarse el torero, mano que ha de emplear preferentemente. La distancia de la muleta al toro es lo primero que se debe medir. Si el toro es bravo y conserva poder, se arrancará antes que el manso y el agotado.

Decimos manso por diferenciar. El manso absoluto no existe en el toro de lidia. Hay una escala de bravura que va del toro codicioso, rápido, pronto en acometer, pegajoso, lo que llamamos nosotros bravura agresiva, con muchos pies (ligereza), al toro pastueño, tardo, falto de codicia, lo que nosotros llamamos bravura pasiva. En esta escala intervienen la resistencia y el poder del toro. Esto debe tenerlo en cuenta el matador al iniciar la faena, para saber hasta dónde tiene que llegar con la muleta, que en el curso de la faena irá acoplando, según vaya el toro.

El público suele fijarse en si el toro abre o no abre la boca. No es mal síntoma porque es indicio de fatiga o resistencia, si el toro se ha “roto” en la lidia o no ha gastado facultades y conserva el poder. Cuanto más bravo es el toro más “se rompe”, porque pone más esfuerzo en embestir y embiste más veces. Por esto no me gustan nada los recortes de salida, a ver si dobla, que son innecesarios, como ya veremos, porque al que más daño hacen es al toro bravo; el Reglamento los prohíbe.


Cid & Victorino

El terreno que debe pisar el torero, la distancia a que debe situarse, depende de todos estos factores. Toro que deja acercarse sin embestir, sin arrancarse, o tiene poca bravura o tiene poco poder. Al torero le toca medirlo. Más que del valor del torero, depende del estado del toro. Para mí, cuando un torero pisa un terreno inverosímil, sin desconocerle valor -ante el toro agotado que mató el picador-, le reconozco principalmente conocimiento del estado del toro, y en mi concepto sale ganando, pues yo doy mucha importancia al conocimiento de las reses, que tengo por fundamental en tauromaquia. Una vez decidido el terreno en que debe colocarse el torero, la distancia a que pasa el toro del torero en el centro de la suerte, tiene mucha importancia emocional, más que la distancia a que el toro le dejó llegar, que no depende del torero sino del toro. Esta distancia no sólo mide valor, sino calidades del pase. Indica que se tuvo serenidad para ver llegar al toro, que no se torea con el pico de la muleta, sino bien centrado, y se domina mejor que cuando se torea despegado. No exageremos la distancia por las manchas de sangre del vestido de torear, que si se hace bien el toreo, si hay temple y pasa todo el toro mandado en pase largo, hasta donde debe volverse la muleta y rematar, no hay sangre en el traje. La mancha se produce si no hay temple, si se codillea, si no va el toro toreado. Todas esas taleguillas sucias de sangre del costillar del toro revelan una muleta de poco mando y dominio, que el toro toma como quiere, pasa sin que le obliguen, unas veces despegado, otras, ceñido, cuando no es ardid, restregón a cabeza pasada, para impresionar a aficionados novatos y a mujeres con ramos de flores folklóricos. Cuando se torea bien, todo es limpio y si hay sangre en el traje, no es del toro, es del torero




sábado, 21 de abril de 2012

lunes, 16 de abril de 2012

Estampa de Gaona con Gallito





Estampa de Gaona con Gallito

Huraño, cenceño, altivo,
quieto en la estampa te veo
como cuando estabas vivo
en la summa del toreo.

Te da los palos José
- las banderillas, tu suerte -.
Él lo sabe - y yo lo sé -
no por competir, por verte.

Por ver en tiempo y espacio
el milagro de ajustar
los pies al verso de Horacio.

Y salir como al entrar,
andando, abriendo despacio
tu gloria, de par en par.

José Alameda

sábado, 7 de abril de 2012

Se cumplen cincuenta años de la muerte del revolucionario del toreo





ANDRÉS AMORÓS
ABC del día 06/04/2012
En el cincuenta aniversario de la muerte de Juan Belmonte, el 8 de abril de 1962, ofrecemos dos testimonios, hasta ahora no publicados por escrito, del torero y de su hija Blanca. Los rescató el programa «Ayer», de Radio Exterior de España, que dirige Germán Sánchez, en diciembre de 2011. Recuperan lo aparecido en el programa «Fin de siglo», de Mavi Aldana, grabado en 1999, en el que yo también intervine. Blanca Belmonte, que murió a fines de 2011, ofrece su testimonio íntimo sobre su padre. Ella encontró unas declaraciones grabadas por su padre, entre 1955 y 1960: habla de la peculiaridad de los trianeros y de sus orígenes taurinos, en términos cercanos a un artículo que publicó en ABC, el 13 de abril de 1958, incluido en el volumen «Las Taurinas de ABC». Emocionantes declaraciones:

JUAN BELMONTE

Triana y Sevilla

Llegué a Triana, con mi familia, a fines de siglo. Solo había una industria, la alfarería. El medio de sustento era trabajar en el ladrillo, en el verano, y empapelar las naranjas, en el invierno.

El arte trianero

Los trianeros tenían una manera especial de ver las cosas. En el arte popular, el cante y el baile, allí se conservaban las formas tradicionales, puras: la seguirilla gitana, las soleares, los martinetes... Lo mismo sucedía con el toreo. Se intentaba hacer un toreo imaginario, no el que se veía entonces, traído de Ronda, quizá: lento, pausado, sin adornos...

Los toros

La tiendecita de mi padre, en el mismo mercado, abría solo por las mañanas. Por las tardes, iban allí los amigos, se hablaba de toros. Yo me pegaba allí, lo escuchaba todo. Apenas podía ir a la plaza: la entrada más barata costaba 1'75. De todo lo que oía, sacaba mi idea. Intentaba hacerlo delante del espejo. Entonces, todos los chicos toreaban a sus hermanos o amigos. Yo siempre he tenido a un hermano en edad de embestir: a Manolo, le tenía que compensar...


«Tú serás torero»

El Altozano era mi plaza. Se lo conté a Chaves Nogales. Un día, estaba yo allí, toreando, y, en la muralla del puente, arriba, un tío se quedó mirando y me dijo: «Oye, tú serás torero. ¡Toma!» Y me di un duro. Poco después, toreé a un bicho, en una venta: fue el despertar. Yo lo encajo, ahora, con la pubertad, el despertar de la naturaleza, la cosa sexual... Una verdadera pasión.

BLANCA BELMONTE

Poco hablador

Hablaba muy poco de sí mismo y de sus cosas; un poco más, en la vejez Pero era interesantísimo escucharle, tenía una capacidad oratoria extraordinaria, le sacaba punta a todo. Los toros fueron siempre su gran pasión. Solía decir que a los toreros de su generación les habían estafado: creían que, haciendo un esfuerzo grande, jugándose la vida, tendrían arreglado para siempre el porvenir de todos los suyos. Y no: había que seguir trabajando...

El campo

Le gustaba el acoso y derribo, su locura, montarse en el caballo y coger la garrocha. Era incansable. La prueba: es lo que hizo antes de morir...

La lectura

Le apasionaban los libros. Leía y releía todo lo que caía en sus manos: novelas, las biografías de S. Zweig, historia... Sentía una admiración enorme por Dostoiewski.

Su toreo

Solía decir que se superaba el miedo porque sabías que, a las nueve de la noche, se había acabado todo... En casa se hablaba poco de toros. Me atrevo a decir que no le gustaría el toreo de hoy: han cambiado tanto los toros, el ambiente...

Las costumbres

Los días de corrida, desayunaba fuerte, temprano, y dormía la siesta. Su único rito: llevaba siempre, en el bolsillo, un escapulario del Gran Poder.

La muerte

Es lo más atroz que me ha pasado. Tenía arterioesclerosis y depresión: estaba muy triste, con miedo a envejecer. Lo que más le afectó fue ver a su amigo Julio Camba, en el hospital, lleno de tubos, sufriendo. Dijo que eso no se podía hacer a un hombre... Fue algo extraño. El sábado se fue al campo. Invitó a varios amigos a que fueran con él: mi marido, mi tío, Luis Bollaín. Ninguno pudo. Eso hace pensar que no lo tenía premeditado. Pero otros detalles..





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